Cuando en enero del año pasado nos pusimos a buscar un Fondtesoro para poner en práctica nuestra decisión de invertir a tope en deuda pública española, nos encontramos con la sorpresa de que sólo había dos, y que su tamaño (patrimonio) era tan pequeño que la entrada de nuestros clientes podría generar problemas de liquidez el día que decidiéramos salir. Y digo sorpresa porque, hace unos años, cuando la deuda pública española era respetada entre la comunidad inversora – y cuando a los bancos les interesaba vender fondos de inversión – existían muchos de estos fondos que sólo invertían en valores del Tesoro.
El caso es que aun así decidimos entrar. La idea era demasiado atractiva como para dejarla pasar. En aquel momento la incompetencia del Gobierno anterior había llevado el interés que pagaba España por emitir deuda pública a diez años a un atractivo 6% (atractivo para el inversor, no para el país, claro). El nuevo Gobierno generaba más confianza – al final ha resultado que lo que generaron fue una máquina de recaudar, pero el resultado en cuanto a recuperación de credibilidad crediticia fue el mismo- y también generaba esperanza, la esperanza de que con la fuerza de su mayoría absoluta aligeraría de michelines el elefantiásico Estado español, lo que a su vez nos llevaría a una espectacular mejora de las finanzas públicas y consiguiente caída de tipos y de la prima de riesgo. Esa era la idea.
Al final no hicieron nada de esto último, pero apretaron las tuercas al contribuyente de tal forma que se recuperó la credibilidad crediticia y, según escribo, el bono español a diez años ofrece un 2,5%. Y encima la inflación ha bajado, como esperábamos, llegando a ser prácticamente cero en la actualidad. Es decir, un 6% neto (descontada la inflación) es lo que está cobrando a día de hoy quién comprara el bono. Y con liquidez diaria. Quién eligiera la opción Fondtesoro – más tranquila – habrá obtenido hasta hoy una plusvalía desde que lo recomendé en el artículo “Me apuesto una cena a que …” que ronda el 14%. Y con una volatilidad de entre un 2% y un 3%, es decir, muy baja. En aquel momento nadie quería un Fondtesoro. Prueba de ello es que los dos que había estaban casi vacíos. Y quién haya comprado directamente un bono a diez años en lugar del fondo ha obtenido una plusvalía claramente superior al 20%.
Todo lo anterior no lo digo sólo para apuntarnos una medalla, que no me importa hacerlo porque ¿no se las ponen a los deportistas? ¿Y por qué no puede ponérsela a un departamento de inversiones? ¿No somos culpables de todas las desgracias cuándo nos equivocamos? Así que nos damos este pequeño homenaje y aprovechamos para ir a donde realmente queríamos llegar: donde se gana no es basándose en rentabilidades pasadas, sino invirtiendo en ideas de futuro. Así que vamos a proponerles tres.
Aprovéchese del nuevo mapa bancario español
Lo mejor para los bancos del nuevo mapa bancario es que el pastel es el mismo pero se lo van a repartir entre muchas menos entidades. Si hace diez años le hubiera dicho alguien al presidente de un gran banco español que gracias a un nivel inaudito de incompetencia gubernamental y supervisora (del Banco de España) iban a desaparecer todas las cajas de ahorros – que representaban la mitad del sistema financiero español – y que encima se iban a quedar con sus clientes ofreciéndoles simplemente un 3% durante un año, se habría partido de la risa. Ahora sonríe, pero porque aquellos engendros de bancos gestionados por políticos se hicieron el harakiri y desaparecieron solos. Sus clientes quedaron huérfanos y fueron a los protectores brazos de bancos de verdad que, encima, les daban un 3% anual -y hasta un 4%- de bienvenida.
No hace falta ser economista ni analista del sector bancario para ver la jugada. Basta saber sumar, restar y un poco de sentido común. El PIB español es actualmente aproximadamente el mismo que hace unos años y, a poco que las cosas mejoren, aumentará con el paso del tiempo. Ese PIB genera una actividad financiera (nóminas, créditos, venta de productos financieros…) que será también igual o superior, pues su tamaño se mueve obviamente a la par del PIB. Y más en un país tan bancarizado como España. Pero ¡oh maravilla!: en lugar de cincuenta y tantas entidades a repartirse el pastel, serán menos de diez, porque con tamaño y musculo suficiente para ir a por la parte grande del postre – la banca comercial – va a haber muy pocas. Y justo donde las cajas eran más activas. Un chollo.
Así que mismo pastel, muchos menos a repartir ¿Qué les toca a los que hay…? ¡Pues más pastel! Así que, ya que la reestructuración cajaria – llamarla bancaria sería una injusticia – la hemos pagado todos, participemos al menos en el reparto del pastel. ¿Cómo? Siendo accionistas de los bancos mejor preparados y con más visión, bien comprando directamente en bolsa, bien a través de un fondo de inversión cuyo gestor sea un buen especialista en detectar bancos ganadores.
La parte mala es que volveremos a la época en que para ponerse de acuerdo para fijar precios, a los banqueros les bastaba con reunirse una vez al mes a almorzar en un apartado del Jockey. En un apartado cabían todos. Ahora les va a bastar una mesa. Eso es malo para la competencia, pero eso es problema de los reguladores. Yo trabajo para inversores, y mi misión es que a ellos también les toque algo de postre.
El dólar… ¡por fin!
En un artículo de hace tres meses titulado “El día en que Yellen se hizo tacaña y Draghi generoso” detallaba los motivos por los cuales, en base al análisis fundamental y las divergencias Europa/Estados Unidos en todo tipo de indicadores macroeconómicos y de precios, estaba llegando el momento de un cambio de tendencia en la cotización dólar/euro. Pero nos faltaba el visto bueno del análisis técnico. Y que el BCE entendiera que estabilidad de precios es evitar la inflación, pero también la desinflación o la deflación. En mi opinión, análisis fundamental y técnico no son en absoluto incompatibles. De hecho creo que son complementarios: el fundamental te dice qué. El técnico, cuándo.
Pues ya tenemos la señal técnica: la cotización está a 1.34, lo que significa, como puede observarse en el gráfico que viene a continuación, que se ha perforado a la baja la línea de tendencia alcista de largo plazo del euro frente al dólar (que duraba desde mediados de 2012). Llevábamos meses esperando que el mercado descontara que la Reserva Federal de los Estados Unidos iba a tener que ser menos generosa en su política monetaria y que el BCE se iba a dar cuenta de que estaba totalmente fuera de objetivo. Pero es tal el desprecio del mercado por la capacidad del BCE para cumplir su mandato – dada su obsesión por la inflación y su falta de dinamismo – que el euro no bajaba de 1,36 ni a tiros. Pero al final la realidad muerde, en este caso en el trasero del señor Draghi, que a este paso acabará su mandato a un 1% o más fuera de objetivo. Y también muerden las cuentas de resultados de los exportadores europeos, alemanes incluidos.
El BCE va haciendo cosas, pero cosas que pueden tardar años en tener efecto – como la LTRO – y siguen mareando la perdiz en lugar de hacer como los norteamericanos hace años. Pero el mercado empieza a descontar que el BCE no puede seguir obviando lo único para lo que está ahí (según ellos mismos, que cuando los políticos les culpan del paro o de la recesión insisten en que su único mandato es la estabilidad de precios…). Y los mercados lo descuentan rompiendo la línea de tendencia alcista de largo plazo (zona marcada por un círculo blanco en el gráfico). Nos faltaba la señal técnica: ya la tenemos.
Las consecuencias de un cambio de dirección del dólar son tantas y sobre tantos activos que no cabrían todas aquí. Empezando obviamente por la inversión en el propio dólar vía un fondo monetario en esa divisa (NO uno de renta fija, mucho cuidado). Eso sí: vayan despacio. El BCE es tan elefantiásico en sus movimientos como el Estado español en su tamaño e ineficiencia, así que no va a ser, creo, un movimiento rápido.
El ladrillo también sube
Si hay algo que me ponía de los nervios era que la gente dijera eso de “el ladrillo nunca baja”, y que fuera como un dogma de fe: no podías ni discutirlo. Pero al menos podías escribir lo contrario, cosa que hice en La Vanguardia en el mes de abril de 2007 en un artículo titulado “España es un Hedge Fund Inmobiliario”. Quiero decir con esto que nadie tan contrario como yo a los dogmas en los mercados ni tan anti ladrillo como modelo de negocio para un país. Pero igual de dogmático sería no reconocer la realidad: el banco malo – la Sareb – ha generado dos mercados: el malo, que son todos los bienes inmobiliarios similares a los que le han colocado los bancos al banco malo, y el bueno, que son el tipo de inmuebles que los bancos se han quedado en casa. El mercado inmobiliario ahora es como el colesterol: existe el bueno – para invertir – y el malo.
Al malo, de momento ni mirarlo, pero el bueno hay que empezar a comprarlo. Y ahora existe un vehículo de inversión colectiva sin las desventajas de los tristemente famosos fondos inmobiliarios. Ahora existen las socimis, que además tienen un tratamiento fiscal muy interesante. Pero mucho cuidado y nada de prisas con estas últimas. Muchas sólo venden expectativas. Yo lo que les recomiendo es que si invierten en el sector inmobiliario a través de una socimi utilicen la única ventaja del ladrillo: que es sólido y real. No compren humo. Y también es fundamental el análisis y selección del producto. Hay que ver las tripas de la socimi, estudiar si su colesterol es del bueno o del malo. Eso, o la compra directa de inmuebles, claro. Pero insisto: compren salmón, que genera colesterol del bueno, no huevos fritos, que generan colesterol del malo.
Es mi último consejo antes de dejarles descansar durante un mes de mi paliza semanal. Y si esa casa de la playa que tanto le gusta se le pone a tiro, este es el momento. Aproveche que está usted allí. El timing es bueno y los créditos están baratos. Como decimos en España: verde y con asas.
Buen fin de semana y felices vacaciones. Gracias por su interés, gracias por su apoyo y gracias por su paciencia. Que descansen.
PD. : Me pregunta mucha gente quién es el estratega chino. Es fácil de reconocer: nadie en el mercado clava como él mis recomendaciones, fondos concretos incluidos. Y si quieren saber ustedes si son clientes suyos, sólo tienen que guardar estas recomendaciones de hoy, esperar una temporada – suele esperar a ver si acierto, lo cual supone un gran coste de oportunidad para sus clientes – y, si ven que las va implementando, significa que están pagando la copia al mismo precio que el original.. y con menos rentabilidad.